Queremos agradecer al
Grupo Sylvestris, y en especial a Quique y a Fran el invitarnos a participar en una jornada tan bonita.
Tras unas semanas de tiempo lluvioso, el pasado día 21 de febrero se abrió una ventana de buen tiempo y sol. Aprovechando esta oportunidad, el equipo al completo de CAPACIS y la mayoría de voluntarios y alumnos de la fundación, nos acercamos a Robledo de Chavela en la Comunidad de Madrid para ver in situ los estragos de los incendios forestales y las posibilidades que existen de restaurar forestalmente estas zonas con el trabajo desarrollado por los usuarios de la propia fundación.
Subimos al monte en todo terrenos por la pista forestal que nos llevaba a Cerromolinos donde en el verano de 2012 se quemaron cerca de 1.500 hectáreas en este y otros montes cercanos.
Pudimos comprobar la diferencia de una zona vegetada, donde el incendio no afectó, y la zona arrasada por el fuego de un incontrolado. La pérdida ha sido total, no queda nada, ni plantas ni animales. Desde el borde del bosque parece no haber vida.
Rápido nos pusimos a nuestra tarea tras charlar con un pastor de la zona. Un equipo de cerca de veinte personas, pertrechados con herramientas especializadas para las siembras directas de semillas forestales, en este caso bellotas, comenzamos a trabajar como una cuadrilla forestal. Dirigidos por los técnicos de Grupo SYLVESTRIS y situados en línea, avanzamos por el monte ahoyando y distribuyendo las bellotas para que tras su germinación a finales de la primavera, aparezcan las encinas que volverán a dar verdor a la zona quemada.
Este tipo de trabajos puede ser realizado por los usuarios de la fundación, conjuntando el medioambiente y el aspecto social y económico, al ser mucho menor el costo de repoblar una hectárea con siembras que con plantas.
La jornada de trabajo terminó con un almuerzo contundente, sentados sobre los troncos caídos en donde se pudo comprobar que los alumnos del curso de cocina son unos especialistas en el cuajado de la tortilla de patata con pimientos y en la ensaladilla aliñada con mostaza que hicieron las delicias del personal.
Tras el bocadillo nos acercamos a ver el “puente romano” de Valdemaqueda sobre el río Cofio y pudimos comprobar lo bello que es el monte mediterráneo bien cuidado y limpio con árboles centenarios que se asomaban a los riscos.
La vuelta a Madrid se hizo gracias a la destreza de los conductores, ya que los acompañantes volvieron dormidos tras un día de campo donde se pudo apreciar el valor de nuestros bosques.
En resumen, el hombre puede ser a la vez el mejor amigo y peor enemigo de los montes. En nuestras manos está hacer llegar a las siguientes generaciones un mundo bello y complejo o un campo vacío de vida y lleno de contaminación.
La lección que aprendimos con nuestras propias manos, quedará en la retina durante algún tiempo y como se acerca la primavera volveremos a organizar desde CAPACIS una nueva salida para disfrutar y trabajar en nuestros bosques.
Un abrazo para todos y no guardéis las botas que pronto andaremos metidos en una nueva aventura.