Cuando algo nos gusta, nos apasiona, nos atrapa, ya sea una película, un libro, un restaurante, un pueblo… no nos importa volver una y otra vez. En este caso hablamos de un museo. La Casa museo del Pintor, Joaquín Sorolla.
Si cuando vuelves a visitar el museo se unen ciertos aspectos, como ser un 5 de julio, a las 6 de la tarde, con una temperatura ambiente de más de 30 grados, empiezas a comprender la importancia de la comunicación y de invertir tiempo y sobre todo ganas para que a pesar del inmenso calor los chicos se involucren, aprendan y sobre todo se lo pasen bien.
En esta ocasión, además de conocer un poco más la figura del pintor de la luz, trabajamos la observación. Vimos las diferentes horas del día en los cuadros de playa de Sorolla. Conocimos el alcance de la pintura social de las primeras obras del pintor valenciano y cómo lo utilizaba como denuncia de la situación de las clases más desfavorecidas. También disfrutamos del elegante estilo de las damas que pasean por las playas de Biarritz vestidas de gala, y cómo contrastan con las trabajadoras valencianas que venden pescado en la playa.
Una vez más disfruté de nuestros chicos de Fundación Capacis y una vez más me reafirmo en la idea de utilizar el arte para transmitir valores, cultura y aprendizaje. Unos valores que los chicos demostraron en todo momento. María, que tiene una lista de los museos de Madrid, se va a encargar de recoger los deseos de todos los que quieran seguir disfrutando y aprendiendo.
Muchas gracias, mis queridos Capacis, por hacerme sentir un poco más cerca de vosotros.
Ana Lara